sábado, 3 de noviembre de 2018
CAPITULO 14 (SEGUNDA HISTORIA)
Una hora más tarde, Pedro terminó de comerse el segundo pedazo de lasaña y se preguntaba si le quedaría sitio para un par de pasteles de canela. Paula cocinaba de maravilla.
Durante la cena, él había averiguado algunas cosas sobre los padres de Paula y sobre por qué querían que hiciera algo más aparte de dirigir el hostal. Sin embargo, él estaba seguro de que a Paula le encantaba el trabajo que hacía y esperaba que sus padres no la convencieran para que vendiera la casa y se pusiera a estudiar otra vez.
Además, Huerfano se convertiría en un lugar más triste si Paula se marchara de allí. A Pedro no le gustaba nada la idea.
Dejó la servilleta junto al plato y dijo:
—Eres estupenda, ¿lo sabes?
—No voy a irme a la cama contigo, así que deja de mirarme así.
Él soltó una carcajada.
—De mirarte ¿cómo?
—¿Crees que no soy capaz de averiguar lo que pasa por esa cabecita tuya? Sonreías con esa sonrisa. Dime que no estabas pensando en cómo conseguir que acabemos en la cama, ahora que hemos terminado de cenar y Olivia está dormida.
—¡Estaba pensando en lo bien que llevas el hostal!
—Ya, claro. Seguro que sí.
—Ya que has sacado el tema, hablemos de tu modelito.
—No es nada especial.
—¿Ah, no? La primera vez que vine esta tarde llevabas un pantalón de chándal.
—Me pillaste por sorpresa.
—Ya me di cuenta. En cualquier caso, cuando regresé llevabas puesta una blusa de seda y un pantalón ajustado, el cabello suelto y los labios pintados. ¿Qué significa eso?
Paula se sonrojó.
—Probablemente es la costumbre de tener huéspedes. Suelo arreglarme cuando alguien se queda a pasar la noche.
—Yo no soy un huésped. ¿O te gustaría que te pagara por esta noche? Sí es así, dime el precio. Estoy dispuesto a vaciar mi cuenta bancaria por lo que has hecho por Olivia.
—¡Por supuesto que no quiero que me pagues! No seas ridículo. Hago esto para ayudar a Olivia mientras Sebastian y Maria están fuera. Lo sabes.
—Creía que lo sabía. Es la segunda vez que me rechazas, así que pensé que, en agradecimiento por tu colaboración con Olivia, esperarías que mantuviera mis manos lejos de ti. Y eso es lo que te prometí. Después vi cómo te habías vestido cuando regresé del rancho y lo vi todo de manera diferente.
—¡Está bien! No quería pasar la tarde contigo hecha un desastre. ¿Pasa algo? Tengo cierto orgullo en lo que se refiere a mi aspecto personal y...
—Deja de jugar. No es tu estilo. Quieres que te desee, Paula.
Ella lo miró y tragó saliva.
—Está bien —murmuró él—. Para mí es un halago. Y no lo dudes, te deseo. Pero no puedes agitar un capote rojo delante de un toro y esperar que no embista.
Paula dejó la servilleta sobre la mesa y echó la silla hacia atrás.
—Y a ti te encanta hacer que las mujeres agiten el capote ¿no es así? Les ofreces un reto al que no pueden resistirse y tampoco es justo que hagas eso, ¡teniendo en cuenta lo ocupado que estás!
—No sé a qué te refieres. Siempre soy sincero...
—¡Desde luego que sí! —se puso en pie y dijo con voz temblorosa—. ¿Y crees que eso está bien? Te aseguras de que una mujer sepa que te complacerá durante una temporada, pero que tarde o temprano la abandonarás, porque ninguna es lo suficiente mujer para ti.
—Eso no es cierto. Yo...
—Es completamente cierto. Se supone que ha de ser un honor que quieras estar conmigo durante un corto espacio de tiempo, ¿no es así? Y que por eso me he cambiado de ropa. ¡Quiero unirme al club de fans de Pedro Alfonso!
Él no podía creer que ella lo hubiera malinterpretado de esa forma.
—Lo has comprendido mal. Las mujeres de mi vida han sido demasiado buenas para mí.
—Ya, seguro.
—Lo prometo. Las dejo por su bien, no por el mío. Algunos hombres están hechos para estar toda una vida con una mujer, yo no.
—Trata de decírselo a Donna. ¿Crees que está convencida de que es demasiado buena para ti y que por eso la dejaste?
Él se puso en pie y se apoyó en la mesa.
—Yo no la dejé. Nunca he dejado a una mujer. Nunca. Cuando creo que la cosa se pone demasiado seria, me retiro. Si ella sigue insistiendo y quiere que la acompañe a la joyería, entonces hablo con ella.
—Qué considerado.
—¡Creo que lo soy! —el corazón le latía con fuerza. Era una lástima que también se estuviera excitando—. Intento mantener las cosas como estaban. Si no puede ser, le envío una docena de rosas diciéndole que no podemos seguir así, pero que siempre permanecerá en mi corazón.
—¡Tu corazón debe de parecer una autopista en hora punta!
Pedro se retiró de la mesa más afectado de lo que quería que ella supiera. Paula lo había hecho parecer un arrogante, cuando lo único que él quería era proporcionar placer a las mujeres.
—Respeto a todas las mujeres con las que he hecho el amor.
—Una amiga mía también apreciaba a todos sus amantes —Paula se cruzó de brazos—. La última vez que hizo la cuenta le salieron doscientos dieciséis.
—Yo no he hecho el amor con doscientas dieciséis mujeres, ¡maldita sea!
—¡Todavía! Date tiempo. Eres un coleccionista de amantes, igual que mi amiga, y yo no pienso formar parte de tu colección.
—Me parece bien —mintió él.
El fuego de su mirada hacía que sintiera ganas de besarla de manera apasionada.
Normalmente, cuando una mujer le causaba tantos problemas antes de haberle hecho el amor, ni siquiera se tomaba la molestia. Pero no parecía capaz de alejarse de Paula. Quería convencerla de que era un buen hombre. Y eso era mala señal.
—Admito que me tientas, porque eres muy sexy y representas un reto.
«Quizá eso sea todo lo que representa ella para mí», pensó él. Un reto. Siempre que había dedicado tanta energía a una mujer, había acabado en la cama con ella. No había ninguna excepción. Y siempre las había tratado bien y había tenido mucho cuidado con ellas. Muchos hombres, el ex de Paula incluido, no tenían tanto cuidado.
—Por esta zona, es bastante malo si eres una mujer libre y te has liado con Pedro Alfonso para que luego te deje, pero al menos tienes puntos. Es mucho peor que ni siquiera se fije en ti. Así que, al menos, tendré en cuenta que me deseas.
Y era cierto. La deseaba. Incluso después de todo lo que le había dicho.
Paula lo miró fijamente.
—Creo que me plantaré ahora que llevo ventaja.
Rechazado. Otra vez. Demonios. Pedro hizo todo lo posible para aparentar indiferencia.
—¿Eso quiere decir que quieres o que no quieres que te ayude a fregar los platos?
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Me encantaron los 5 caps, me imagino el susto de Pedro con que Oli está enferma.
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