miércoles, 24 de octubre de 2018
CAPITULO 15 (PRIMERA HISTORIA)
Más tarde, Pedro se percató de que no tenían muchas oportunidades para hablar de lo que había sucedido. Para cuando él terminó de darle el biberón a Olivia, Paula ya se había vestido, había sacado a las perras y había preparado café. También se había recogido el cabello en una trenza, y él sospechaba que lo había hecho a propósito, como si controlando su cabello pudiera controlar sus impulsos.
Mientras él se duchaba y afeitaba, Paula aprovechó para cambiarle el pañal al bebé.
Cuando bajó, las encontró en la cocina, a Olivia sentada en su sillita y a Paula preparando unos huevos con beicon. La imagen hizo que se le encogiera el corazón. No se había percatado de lo mucho que echaba de menos una familia. Por desgracia, todo era ficticio.
—Deja que lo haga yo —se acercó con intención de quitarle la sartén de las manos.
—Tienes que ir a dar de comer a tus animales —dijo ella. Dejó la sartén sobre el fuego y se volvió para servir el café—. Llévate una taza contigo. Sé cómo te pones si no tomas cafeína —le entregó una taza—. Prepararé el desayuno mientras estás en el establo.
—Gracias —dijo él, y aceptó la taza. Bebió un trago y suspiró—. Buen café.
—Me alegro de que te guste —sonrió y se volvió hacia el fogón.
A él le gustaban más cosas que el café. Le gustaba el trasero que le hacían los vaqueros y se sorprendió al pensar que jamás había reparado en ello.
—De veras, no te molestes en preparar el desayuno. Lo haré cuando vuelva.
Ella empezó a poner lonchas de beicon en la sartén.
—¿Y qué se supone que puedo hacer entre tanto?
—Relajarte. Leer un libro, o algo así.
—¿Te refieres al libro sobre bebés que dejó Jesica?
—No, me refería al que te traje anoche —entonces recordó la escena erótica que había leído y se acordó del beso que habían compartido.
—No estoy de vacaciones, Pedro. Además, tenemos que hacer muchas cosas. Después de ir a mi rancho, creo que deberíamos ir a la ciudad para comprar una cuna y un cambiador.
Él no quería ir a la ciudad. Por la ventana se podía ver que amenazaba tormenta. Lo que le apetecía era encender la chimenea y quedarse con Paula, acurrucados, pero eso era lo último en lo que debería estar pensando.
Olivia hizo un sonido que llamó su atención.
Parecía que estaba mirándolo.
«La nariz podría ser de la familia Alfonso», pensó él.
—Parece contenta —le dijo a Paula.
Paula bajó el fuego y miró a Olivia.
—Creo que está bien.
—¿Crees que echa de menos a Jesica?
—Probablemente. Al menos es joven y adaptable.
—Hablas como si no fuera a ver a su madre nunca más. Jesica volverá dentro de unos días.
El beicon comenzó a chisporrotear y Paula le dio la vuelta con un tenedor.
—Entonces, ¿por qué ha dejado la lista de vacunas que hay que ponerle a los cuatro meses?
—¿Qué?
Paula lo miró.
—He revisado todos los papeles mientras te duchabas. Al final aparece el calendario de vacunación. Cubre hasta los quince meses.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario