domingo, 2 de diciembre de 2018
CAPITULO 5 (CUARTA HISTORIA)
Paula no se molestó en seguir el camino que discurría alrededor de la casa. Se movió entre los árboles, saludándolos como si fueran viejos amigos, mientras intentaba decidir qué iba a hacer cuando llegara a la mansión. No podía entender qué estaba haciendo allí Pedro. No se atrevía a pensar que la estuviera buscando.
Su primera visión de la casa le provocó nostalgia. La mayor parte del tiempo que había vivido allí se había sentido atrapada, pero también segura. Y la seguridad le parecía algo bueno en aquel momento.
Sin embargo, si se acercaba a la casa de sus padres y aceptaba la protección que ellos querrían darle, perdería toda la independencia que había ganado. Y la lucha ya no era sólo por sí misma. Olivia se merecía crecer como una niña normal, en vez de estar siempre rodeada de guardaespaldas, fuera adonde fuera.
Aun así, el atractivo del hogar era fuerte, incluso después de tanto tiempo. El olor familiar del humo le produjo una opresión en la garganta. Se imaginaba a su padre y a su madre, cada uno sentado en su butaca favorita, frente al fuego, leyendo.
Se preguntó si Pedro no estaría sentado con ellos en aquel mismo instante. ¿Sobre qué estarían hablando? Se le ocurrió una idea horrible. Si ella le hablaba a Pedro de Olivia y del secuestrador, era posible que él insistiera en que volviera a casa y se lo contara todo a sus padres. Si él decidía decírselo, ella no podría impedirlo.
Y con la libertad de Olivia en juego, quizá no debiera contarle demasiadas cosas a Pedro antes de estar segura de que éste no iría corriendo a darles aquella información a sus padres. Paula no creía que fuera capaz de traicionarla, pero no podía estar segura.
Después de todo, esa noche, Pedro estaba en Chaves Hall.
Necesitaba un plan.
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