jueves, 13 de diciembre de 2018
CAPITULO 41 (CUARTA HISTORIA)
A Esteban Pruitt se le estaba acabando el dinero.
Acosar a Paula durante seis meses había sido lo más divertido que había hecho en su vida, pero se le habían terminado los ahorros, lo cual significaba que tenía que atrapar a Paula y a su hija y ponerse en contacto con Ramiro. Y tendría que hacerlo mientras estaban en la cabaña. No iba a encontrar una oportunidad mejor.
Había ideado el plan minuciosamente. Tras descubrir dónde estaba la maldita cabaña, había pasado un día entero buscando una cueva apropiada para fijar el campamento, a unas dos horas a caballo del lugar donde iba a secuestrar a Paula y a la niña. Cuando lo hubiera hecho, las llevaría a través de varias zonas graníticas, para no arriesgarse por el bosque, y atravesaría algunos riachuelos para borrar el rastro.
La cueva estaba muy aislada y cumplía el requisito más importante: a una media hora, había una línea de teléfono a la que él podría conectar su ordenador portátil para enviarle una correo electrónico a Chaves, pidiéndole el rescate.
Por fin, una mañana despejada, se sintió preparado para acercarse a caballo a la cabaña y establecer la vigilancia. Paula sólo tenía a un hombre que la protegiera allí y por la ley de la media, no podía ser tan inteligente como él. No había mucha gente que fuera tan inteligente como Esteban Pruitt. Más tarde o más temprano, llegaría su oportunidad y se haría rico.
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