martes, 4 de diciembre de 2018

CAPITULO 10 (CUARTA HISTORIA)




La gente había acusado a Esteban Pruitt de ser un listo. Pero en aquel momento, se sentía orgulloso de la etiqueta. De hecho, estaba seguro de que esa cualidad era la llave para convertirse en un hombre muy rico. Algún día, sería él quien se alojaría en el Waldorf. Justo bajo las narices de Ramiro Chaves.


Mientras, tenía que ser paciente. Seguir a Paula no era muy diferente a otros encargos que había tenido. Él nunca había necesitado dormir demasiado, y echar cabezaditas en el banco desde el cual estaba vigilando la entrada del hotel era más incómodo, pero soportable.


A algunos podía parecerles que perseguir a una persona durante seis meses para secuestrarla era demasiado tiempo. Pero ésos no entendían la emoción que producía la caza. Él tampoco lo entendía hasta que había comenzado a seguir a Paula.


Cuando había descubierto las sensaciones que podía producirle aquella persecución, había decidido disfrutar de ella tanto como le durara el dinero. Probablemente, nunca más en la vida tendría oportunidad de sentirse como James Bond.


Podría seguir así uno o dos meses más. Qué sensación de poder le provocaba hacerla huir. 


Había llegado a conocerla bien, probablemente mejor que el tipo con el que había subido a la habitación del Waldorf.


Aquel tipo era algo inesperado, pero Esteban no lo consideraba un obstáculo importante. Quizá pudiera resultarle de ayuda, incluso. Era evidente que Paula y él tenían algo, y no había nada como hacer travesuras para que la gente se volviera despreocupada. Eso era todo lo que Esteban necesitaba para hacer realidad sus sueños: un momento de despreocupación.




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