viernes, 26 de octubre de 2018
CAPITULO 21 (PRIMERA HISTORIA)
Matty se sentó en la mecedora para darle el biberón a Elizabeth mientras Sebastian encendía la chimenea.
—¿Crees que me da tiempo a montar la cuna antes de que tenga que dormir la siesta?
—Lo dudo. Parece muy cansada. Podemos utilizar el cajón una vez más.
—Tenías razón acerca de que debíamos comprar la cuna. Cuando esté montada, no tendremos que preocuparnos tanto de las perras.
Ella miró hacia el comedor, donde estaban durmiendo los animales.
—No me preocupan. Se han portado muy bien con ella. Pero si está en el suelo pueden lamerla y despertarla. Deberíamos cerrar la puerta de tu habitación mientras duerme la siesta.
Pedro se frotó la nuca.
—No sé. No me gusta dejarla allí sola con la puerta cerrada. Si fuera a quedarse aquí mucho tiempo, compraría uno de esos aparatos de vigilancia de los que hablaba Noelia. Me dejó sorprendido que tuviera tantas cosas. Pensé que tendríamos suerte si encontrábamos una cuna y resulta que tenía de todo.
—Nunca te habías fijado en esa parte de la tienda. Yo tampoco. Es evidente que a Noelia le encantan los bebés. Si tiene artículos de bebé, la gente va a comprarlos con sus bebés.
—Tiene sentido. ¿Tienes hambre?
—Podría comer algo.
—¿Por qué no preparo...? —hizo una pausa—. ¿Qué prefieres? ¿Hacer la comida o ponerla a dormir?
—Haré la comida —dijo Paula con una sonrisa. Al ver que la pequeña había terminado, dejó el biberón sobre la mesilla—. Tiene que echar los gases antes de que la acuestes.
—No se me dio muy bien la última vez.
—Por eso debes seguir practicando. Será mejor que te pongas un trapo sobre el hombro. Puede que vomite.
—¿Qué?
—Vomitar. Yo cometí el error de sacarle los gases a uno de mis sobrinos sin tomar precauciones y tuve que cambiarme de ropa.
—¿Estás diciendo que puede vomitarme encima? ¿Está enferma? ¿Hay que llamar al médico?
—No —dijo Paula—. Es normal. Algunos bebés lo hacen cuando eructan. Es un poco de leche, pero no creo que quieras mancharte la camisa.
—Iré por el trapo. Cielos, por un minuto creí que tendríamos que salir otra vez a la nieve. Harás que me dé un ataque, Paula Chaves —le dijo. Entró en la cocina y salió con dos trapos—. Ya estoy preparado.
Paula lo miró.
—Veamos. Un bebé y dos trapos. O acaban de dejarte a otro bebé en el porche o crees que éste bebé puede vomitar muchísimo.
—Muy graciosa. Puede que quiera cambiármelo de hombro.
—Entonces, te cambias el trapo de lado.
—Sí, y mientras tanto puede que se me caiga al suelo. ¿Te gustaría que eso sucediera?
—Creo que hay tantas posibilidades de que se te caiga al suelo como de que Noelia Coogan tenga trillizos.
—La vajilla de Bárbara siempre se me caía.
—La vajilla de Bárbara no te importaba nada.
—Eso es cierto —dijo él con una sonrisa—. Me gustan las cosas poco delicadas. Esas piezas se rompían con sólo mirarlas.
—Esta niña es menos delicada de lo que crees. ¿En qué hombro quieres ponértela?
—Ves, eso es lo bueno de mi plan. Da igual.
Sonriendo, Paula le entregó a la niña con cuidado. Cuando sus cuerpos se rozaron, no pudo evitar estremecerse.
—Hola, pequeña —dijo Pedro al recibirla—. Siento que nos hayamos retrasado con tu comida. Soy un despistado, pero prometo hacerlo mejor en el futuro.
Al oír el tono de su voz, Paula intervino:
—Pedro, vamos a cometer errores. No te sientas culpable. Darle el biberón un poco más tarde no es tan grave.
—¿Cómo lo sabes? —comenzó a darle palmaditas en la espalda a la pequeña.
—Por sentido común. Creo que a veces vamos a tener que confiar en ello, teniendo en cuenta que no tenemos experiencia.
—Puede ser. Pero una vez que hayamos montado los muebles, voy a leerme el libro de cabo a rabo. Quiero hacer esto bien.
Ésa era otra de las cosas que a Paula le encantaban de él. No había sido decisión suya cuidar del bebé, pero ya que tenía que hacerlo, haría el mejor trabajo posible.
Paula se fijó en que tenía un mechón de pelo castaño sobre la frente y deseó quitárselo.
Quería abrazar a ambos y darles un beso.
Quería quedarse en aquella casa con ellos y entregarles todo el amor que contenía su corazón.
Pero tenía que ir a preparar la comida.
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