martes, 20 de noviembre de 2018
CAPITULO 33 (TERCERA HISTORIA)
Mario dejó de mirar por sus prismáticos de visión nocturna. Por fin, sus objetivos se estaban retirando a la cama. Las luces de la parte delantera de la casa estaban apagadas y sólo quedaba una en la parte de atrás. Sabía dónde dormía su hijo. En la habitación en la que habían apagado la luz una hora antes.
Podía imaginar lo que estaría sucediendo en la habitación que tenía la luz encendida. Y confiaba en que aquella zorra agotara al vaquero estúpido y éste entrara en un sueño profundo. Sin saberlo, Paula le estaba haciendo un favor a Mario.
Cuando apagaran la luz, Mario les daría un par de horas y actuaría. Primero desconectaría la alarma. En cuanto a las perras, el vaquero había acertado sacándolas en el momento oportuno.
Mario había observado con sus prismáticos cómo las perras devoraban la carne que él había dejado en el suelo. El tranquilizante que había metido actuaría enseguida y las dejaría fuera de combate hasta por la mañana.
Intuía el éxito, y sabía que sería más dulce que acostarse con una mujer virgen. La operación casi le resultaba demasiado sencilla, pero era porque como siempre, la gente había infravalorado a Mario Fowler. Y cuando se dieran cuenta de su error, sería demasiado tarde.
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